jueves, 7 de abril de 2011

Estaba acostada en mi cama, llorando después de una corta pero importante pelea con mi Mamá y mi Hermana.  Y escuché que ellas hablaban de alguien, alguien talentoso.
-          Es que, al saber hacer tantas cosas y hacerlas todas tan bien, ¿Uno cómo se decide?...-Preguntó mi Mamá, reflexionando.
En ese momento, las lágrimas se detuvieron, y una mínima sonrisa de posó en mi cara, que sólo yo la hubiera podido notar, una sonrisa pequeña, pero que dentro mío era la luz, dentro de un ataúd. ¿A alguien le gusta cómo escribo y como dibujo? Pensé. ¿A alguien le parezco talentosa?. Yo había terminado hace muy poco una novela, y ese comentario me impulsó automáticamente a seguirla, me impulsó a ilustrarla, a seguir adelante, a no rendirme. Era confuso, porque cuando escribía esa novela, yo quería que alguien la lea. Los obligué a leerla, de hecho, mi Papá ni siquiera leyó el capítulo 2. Pero, ¿Si admiraban lo que yo solía llamar talento?. Un comentario me desconcentró y oí que no era de mí de quien hablaban, era de mi Papá. Todas esas falsas esperanzas se dasbanecieron en un solo segundo, y las lágrimas conmenzaron a fluir, esta vez muchísimo peor que antes. Entonces,  ¿sólo yo le veo como un talento? Quizás no lo sea, y sean sólo estúpidas palabras escritas en un papel. Quizás los dibujos no signifiquen nada. Quizás yo sola vea en verdad lo que quiero expresar. Estaba sola, completamente. No había nadie que me cuidara las espaldas, no tenía a nadie ni a la izquierda ni a la derecha, ni siquiera al alguien que me enfrentara, era sólo yo, una estúpida sin talento. Todo lo que hacía me salía mal. Y en vez de escribir la novela, estoy escribiendo este estúpido relato, otravez. En ese momento,  cerré los ojos y decidí entrar en otro mundo completamente diferente, un mundo feliz, un mundo en el que nadie puede decirme nada malo, en mí mundo, en mis sueños.
Estábamos caminando despacio, sin esfuerzo ni apuro. Era una noche tranquila y el viento soplaba levemente.  Había luna llena, una hermosa luna, que al mirarla me generaba tantas sensaciones, la luz brillante y hermosa, que quizás sea lo único que veamos después de la muerte, esa luz llena de esperanza, como ver todos tus sueños y objetivos, acumulados en ella, atrapados. ¿No es hermosa? Pensé.
-          Mirá, hay luna llena- Le dije, intentando que sienta la misma sensación al verla.
Ella no se molestó en responder nada, pero peor, ni siquiera se molestó en mirarla. ¿Cómo no levantar la vista al cielo? Me pregunté. Y luego millones de cosas comenzaron a fluir en mi cabeza. ¿Es que ella no tenía sueños ni metas?, ¿Es que ella se había quedado sin esperanzas?. Qué absurdo, ¿Quién no tiene algún sueño por cumplir?, ¿Algún deseo?...¿Cómo no mirar la luna?...Quizás sea solo yo, la que sienta la luz de la luna quemar como si fuera la del sol, quizás sea sólo yo la que aún cree que sus sueños se pueden cumplir.